viernes, 13 de marzo de 2015

magnesia 2

Dos falangitas muertos se ven claramente (figuras 10 y 12), mientras por el campo de batalla reposan escudos, cascos y grebas. Libio dice que unos 53.000 soldados seléucidas murieron, aunque sin duda esta cifra es una basta-burda exageración. Sin embargo, las pérdidas seléucidas fueron numerosas, y el bronce insiste en la carnicería y en los restos de la batalla. Una de las unidades seléucidas derrotadas por la carga combinada de atálidas y romanos fue una brigada de 2.500 jinetes gálatas, y hay que destacar la presencia de una figura montada mirando a la derecha (figura 5) opuesta a la carga de caballería principal que está completamente desnuda, sugiriendo un guerrero gálata. Los contingentes gálatas suministraron unos 3.000 de infantería pesada y 2.500 de caballería pesada a la fuerza total de Antíoco de 60.000 infantería y 12.000 caballería, representando poco menos del 8 por ciento del total de la fuerza seléucida. EL papel de la caballería gálata en la batalla que permaneció en la narración del combate es despreciable, pero su presencia era conveniente para el propósito de la propaganda, ya que permitía a la placa evocar el tropo helenístico cuidadosamente construido de la amenaza celta. La celebración de la victoria frente a los celtas ya era fundamental para la propaganda atálida antes de la batalla de Magnesia. Eumenes sin duda deseaba seguir los pasos de su padre. Las pretensiones atálidas también competían con la vieja-antigua propaganda seléucida sobre la victoria de Antíoco I sobre los gálatas en la llamada batalla de los elefantes, que a pesar de la naturaleza aparentemente modesta de ese triunfo formó un pilar ideológico para el control seléucida de Asia Menor. Hasta los romanos abrazaron activamente la noción de la amenaza gala tras Magnesia. El cónsul Manlius Vulso se embarcó en una campaña brutal contra los gálatas en el 188 a.C., supuestamente en represalia por su apoyo a Antíoco III.

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